miércoles, 20 de abril de 2011

Los Cimientos del Alma. (Parte 2)


Lo siguiente es una experiencia personal que quiero compartir en referencia a lo que les expliqué anteriormente acerca de lo que Dios me enseñó acerca del Alma.


Quizás para varios estas experiencias son ya sabidas o deberian ser parte de un exhaustivo estudio, pero lo que les comparto en este blog, como dije anteriormente es mi experiencia personal.


Hace pocos días necesitaba tener un tiempo de intimidad con Dios ya que por muchos quehaceres no había podido apartarme solo.


Entonces puse música y comencé a adorar.


Le dije: “Padre, no te pido revelación, no te pido nada, ya que conoces las peticiones de mi corazón. Solo quiero estar este tiempo en intimidad, en tu presencia, contigo”.


Y me sumergí en un tiempo muy hermoso, de esos que tú simplemente disfrutas sentir el Amor de Dios inundando tu ser por completo.


Que parece rodearte de agua fresca y viva, en que descansas, te reconfortas. Ni el mejor jacuzzi se compararía a lo que es estar así con él.


Y estando así en un momento el Padre me dice:


“Mete tu mano en tu pecho.”


Y comencé a ver mi cuerpo en el espíritu y metí mi mano, y tomé mi corazón.


Lo saqué desde mi interior y Dios me dice que ordene que mi ser sea alineado con él.

Yo vería en el espíritu como sería mi alineamiento.



Entonces, con mi corazón en la mano, comencé a declarar:


“¡Mi Espíritu, mi Alma y mi Cuerpo son alineados a ti, Padre!

Quiero oír tu Voz, en todo tiempo avanzar oyendo lo que dices sobre mí, Dios.”


Y algo comenzó a pasar.


De pronto mi corazón que estaba en mis manos y quieto, comenzó a latir fuertemente, iba a un ritmo constante, pero latía cada vez con más fuerza.


Y vi tres dimensiones en orden dispuestas a recibir del Espíritu como una Fuente.

Era mi ser completo, estaba asi:


Espiritu


Alma


Cuerpo


Y en el centro del Alma estaba mi Corazón.


A cada lado de mi corazón se encontraba por el lado derecho la Mente, y por su lado izquierdo la Voluntad.


Entonces, en un momento, todo esto se comienza a mover como un Reloj.


Dios comienza a decirme:


“Lo que hace latir con fuerza tu corazón es La Pasión, ésta es la que provoca que todo el sistema de tu Alma se mueva.


La Pasión se alimenta de Los Pensamientos que son vertidos en tu Mente.


Para que tu Pasión sea la correcta es necesario que tu Mente reciba del Espíritu mis pensamientos que nacen de mi Espíritu.”


Entonces, la Mente comenzó a moverse y Dios vertía sus pensamientos, que eran revelación para que mi Espíritu los vertiera sobre la Mente.


Veía como en mi mente habían pensamientos impuros, que comenzaban a salir y eran desechados, caían y se perdían en el vacío, mientras mi Mente seguía avanzando hacia el Espíritu.

Mi Corazón cada vez latía mas fuerte en mis manos.


De pronto, al igual que un Reloj Sincronizado, al alinearse mi Mente, resplandeció todo el sistema en conjunto.


El Corazón latía con más fuerza que nunca, y despertó la Voluntad.


Dios me dice:


“La Voluntad de tu Alma se somete a la Pasión de tu Corazón, siendo volcados en ti mis pensamientos, tu Pasión será la correcta, y esa Pasión provocará tu Voluntad.


Y la Voluntad del Alma dirigirá la forma en que actúa tu Cuerpo.


Por eso primero debes Ser antes que hacer, porque estando alineado harás mi voluntad, porque tus pensamientos son los que yo vertí en ti.”


Todo esto me conmocionaba en sobremanera, y aún miraba asombrado como mi Corazón ya latía con una tremendísima fuerza, y que era el responsable de provocar todo este movimiento.


Entonces el Espíritu me dice:


“¿Ahora entiendes más por qué sobre toda cosa guardada, guardes tu corazón?


¡Tu corazón provoca que todo se llene de Vida y Luz!


Y el mayor Poder es el Amor, porque mi Amor guarda tu Corazón.”


“Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.” Deut. 10.16


“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Lc.10.27


Como apéndice, el Urim y Tumin estaban sobre el pectoral del Sumo Sacerdote, precisamente sobre su corazón.


Cuando este consultaba cual era la Voluntad de Dios, el Urim y Tumin daban la señal.


Hoy Dios está escribiendo sobre las tablas de nuestro corazón, para que su Justicia reine en él, y nuestra boca dé Salvación. (Rom. 10.10)

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